Se ejerció un auténtico culto de
personalidad en torno a la figura de Napoleón, al que muchos artistas franceses
vieron como el mesías, aquel que venía a traer la libertad a Europa. Artistas
como Jacques-Louis David lo ensalzarían constantemente en sus obras, no sólo a
él, sino también a todo el espíritu revolucionario, con obras dedicadas a la
glorificación de la revolución.
La respuesta española fue algo
diferente. Enzarzados en una guerra contra el dominio francés, en lo que fue la Guerra de Independencia
española, los españoles se enfrentaron a José Bonaparte, hermano de Napoleón,
por la recuperación de la soberanía nacional, que por desgracia, recaería en la
infame figura de Fernando VII, el monarca peor valorado de todo el panorama
español, y a quien Goya supo retratar en toda su mediocridad, junto con las
masacres cometidas durante las revueltas en España contra aquel a quien
llamaron “Pepe Botella”.
La posterior llegada del estilo
artístico conocido como Romanticismo al mundo de los creadores traería una
nueva visión de la guerra, no tan propagandística como el realismo practicado
por David: los pintores románticos apreciaron el valor estético de la guerra
por encima del ensalzamiento de los generales que las conducían, encontraron
una belleza intrínseca en las peleas, en la sangre derramada, en los golpes de
lanzas y los cañonazos entre barcos. Los cuadros de pintores como Eugène Delacroix,
más allá de una mera función historiográfica, nos ofrecen una visión romántica,
idílica incluso, de los conflictos entre los hombres.
Eugène Delacroix La libertad guiando al pueblo (28 de julio de 1830) 1830 Óleo sobre lienzo, 260 x 325 cm Musée du Louvre, París |
Antoine-Jean Gros Napoleón Bonaparte en el campo de batalla de Eylau, 1807 1808 Óleo sobre lienzo, 521 x 784 cm Musée du Louvre, París |
Jean-Victor Schnetz La batalla por el consistorio, 28 de julio de 1830 1830 Óleo sobre lienzo Musée du Petit Palais, París |
Antoine-Jean Gros Napoleón Bonaparte visitando a las víctimas de la plaga en Jaffa 1799 Óleo sobre lienzo, 523 x 715 cm Musée du Louvre, París |
Pierre-Narcisse Guérin Napoleón perdonando a los rebeldes en El Cairo 1808 Óleo sobre lienzo, 365 x 500 cm Musée National du Château, Versalles |
Jacques-Louis David Bonaparte, calmado sobre un corcel furioso, cruzando los Alpes 1801 Óleo sobre lienzo, 260 x 221 cm Musée National du Château de Malmaison, Rueil |
Jacques-Louis David Consagración del emperador Napoleón I y coronación de la emperatriz Josephine 1805-07 Óleo sobre lienzo Musée du Louvre, París |
Francisco de Goya y Lucientes El 3 de mayo de 1808: La ejecución de los defensores de Madrid 1814 Óleo sobre lienzo, 266 x 345 cm Museo del Prado, Madrid |
Antoine-Jean Gros Bonaparte en el puente de Arcole c. 1796 Óleo sobre lienzo, 134 x 104 cm The Hermitage, San Petersburgo |
Jean-Louis-Ernest Meissonier La campaña en Francia, 1814 1864 Óleo sobre madera, 52 x 77 cm Musée d'Orsay, París |
Horace Vernet Un inválido remitiendo una petición a Napoleón en un desfile en el patio del palacio de Tuileries 1838 Óleo sobre lienzo, 215 x 326 cm The Hermitage, San Petersburgo |
Eugène Delacroix Brigadier herido de muerte sacia su sed c. 1825 Óleo sobre lienzo, 32,5 x 40,7 cm Öffentliche Kunstsammlung, Basel |
Eugène Delacroix La muerte de Sardanápalo 1827 Óleo sobre lienzo, 392 x 496 cm Musée du Louvre, París |
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